¡Son de plástico!

14 SEP | por : Luis Alberto Franco

Hace varios años, cuando mi hijo estaba en jardín de infantes, participamos con mi mujer de las típicas reuniones de padres. Recuerdo que en la primera nos tuvimos que presentar. Cuando me tocó el turno dije que era economista, que había sido piloto civil y militar, etc. Poco después le tocó la presentación a otro papá que dijo ser director de la más conocida ONG ambientalista del mundo. En casi todas las reuniones posteriores ese fulano explicaba el daño que los agroquímicos hacían al ambiente y los males que la biotecnología infringía a la humanidad, además, siempre que encontraba una ocasión me tiraba unos dardos envenenados por mi condición de ex militar. Fui paciente y asimilé cada golpe. 

Al tiempo, creo que en una reunión de AAPRESID, me regalaron una lapicera de plástico que guardé en el bolsillo. Al llegar a mi casa la dejé en un lapicero sobre mi escritorio y allí quedó por varios días. Un poco después la tomé para escribir algo pero antes leí una inscripción sobre la birome y me informé que el material con que estaba hecha era “plástico producido a partir del maíz”. Seguramente la existencia de plástico de maíz no sea hoy una primicia para muchos lectores informados, pero en 2002 era toda una novedad. 

Meses más tarde, el jardín de infantes convocó a otra reunión y aproveché para llevar mi lapicera de maíz. Al finalizar el encuentro se formó un grupito de padres en torno al locuaz director de la ONG, quién daba una improvisada conferencia sobre las recientes acciones de la organización en los supermercados. Por aquellos días aquella ONG irrumpía en los locales para etiquetar los productos que contenían transgénicos. 

Esperé a que terminara y cuando se presentó la oportunidad le dije al paladí verde: “veo que tenés una Mont-Blanc en tu bolsillo y confieso que me llena de estupor ¿acaso no tenés idea de cuánto contamina la fabricación de esa costosa lapicera?” Me contestó de mala gana que no comprendía a dónde quería ir con ese comentario. Acto seguido, tomé mi birome hecha de plástico de maíz y le dije: “el plástico de esta lapicera se biodegrada en pocos meses porque es de fécula de maíz genéticamente modificado, en cambio, el material de tu bolígrafo tarda varios siglos en degradarse. ¿Sabés por qué digo lo que digo e intervengo cuando intervengo?, porque siempre que veo a un tenaz luchador como vos me pregunto hasta dónde irá con sus principios y en tu caso, francamente, me siento confundido.” La reunión no terminó de la mejor manera, pero quedó claro que muchos abrieron los ojos. 

Esta historia de la vida real —mi vida real— viene a cuento por lo que la ciencia está haciendo para solucionar los problemas que aparecen y también los que aparecerán en el futuro. La resina proveniente del ácido polilástico (PLA) va a reemplaza cada vez más a lo que genéricamente conocemos como plásticos que derivan del petróleo. En el mundo se utilizan unos 200.000 barriles de petróleo por día para fabricar envases plásticos convencionales y eso es algo que los científicos e ingenieros están cambiando. La ciencia viene desarrollando plásticos biodegradables a partir de fuentes renovables como las plantas. 

Un material puede biodegradarse a sustancias más simples por la acción de organismos vivos que lo eliminan del ambiente. La razón por la cual los plásticos tradicionales no son biodegradables es porque son polímeros demasiado largos y compactos por lo que no pueden ser descompuestos por organismos vivos.

No soy experto sobre el tema, pero investigando creo haber entendido que el almidón es un polímero natural, un gran hidrato de carbono que la planta sintetiza durante la fotosíntesis. Los cereales como el maíz contienen gran cantidad de almidón. 

El almidón puede ser procesado y convertido en plástico, si bien este material es soluble en agua, se ablanda y deforma cuando entra en contacto con la humedad y su uso es limitado, el problema será solucionado con modificaciones sobre el almidón. El almidón se extrae del maíz, luego los microorganismos los transforman en una molécula más pequeña (un monómero), el ácido láctico. Después, este ácido láctico es tratado químicamente de manera de formar cadenas o polímeros, con una estructura molecular parecida a la de origen petroquímico. Otra manera de hacer polímeros biodegradables es empleando bacterias que fabrican gránulos de un plástico llamado Polihidroxialcanoato (PHA). Las bacterias pueden crecer en cultivos y el plástico ser extraído fácilmente. Los científicos identificaron los genes que llevan la información para fabricar el PHA y los transfirieron al maíz, para poder fabricarlos a partir de este cultivo.

En Gran Bretaña, la compañía de agua mineral Belu, embotelló agua en un recipiente biodegradable fabricado a partir de un recurso renovable: el maíz. Esta botella se degrada en tres meses, es decir, miles de veces más rápido que los plásticos que se producen a partir del petróleo.

Ya hace varios años que los proveedores de empaques utilizan varias formas de plásticos biodegradables de origen vegetal, especialmente del maíz y su uso es cada vez mayor en todas las industrias.

El objetivo de esta nota es llamar la atención para que todos estemos atentos a los dobles discursos y enfrentemos a los que predican lo que no hacen o los que arman un discurso que suena bien, pero es maliciosamente sesgado. La mayoría de las organizaciones verdes estructuran sus argumentos apelando a la tragedia humana, por ejemplo, a la enfermedad o la muerte y vinculando sin fundamento el daño que la “codicia de los laboratorios” hace a la humanidad.

Lo mismo ocurre con la aplicación de los defensivos agrícolas. Todo el camino de los ambientalistas está jalonado por la verdad a medias o directamente por la mentira, si bien nuestra lucha es despareja porque la verdad suele ser producto del procesamiento de la información y en consecuencia se requiere de esfuerzo por alcanzarla, no podemos hacer otra cosa que prepararnos para ser solventes y enfrentar a los activistas en su propio terreno. Ojalá que todos seamos verdaderos militantes de la verdad y desenmascaremos a los mentirosos de siempre.

ISSUU: Revista "Aviación Agrícola" N°22 - FEARCA