Vuelo y vocación van de la mano. Por herencia familiar o por mirar desde lejos al cielo y verlos volar, seguir el camino de los padres con esfuerzo y dedicación, o proponerse el objetivo de convertirse en piloto y transitarlo con sacrificio sin haber pertenecido antes a ese mundo. Pero, en todos los casos, con pasión y perseverancia.

Hoy se los conmemora, por ese camino recorrido, por el ejercicio diario de comenzar la jornada con la salida del sol, por ejercer la labor siendo meticulosos y metódicos, por llevar adelante su trabajo incluso bajo la mirada crítica de la sociedad.

Y es hoy porque un 12 de septiembre de 1926 un productor agropecuario de Rafaela adaptó su avión para combatir una plaga de langosta que devastaba los cultivos invernales de su zona. En ese entonces Argentina se construía y reconstruía con la llegada de inmigrantes a finales de los 80 y pos primera guerra mundial, aquellos arraigados y últimos arribados forjaban un modelo agroexportador donde el amplio y fértil territorio lo había convertido en un país bien posicionado en el mundo, y cuyos cultivos y ganado eran protagonistas.  

Así, en ese contexto, se realizó el primer trabajo agro aéreo. Desde entonces el sector es un eslabón fundamental en la cadena de producción de alimentos, tiene suma relevancia en el cuidado de la salud pública, es responsable en el cuidado del medio ambiente, combaten incansablemente el fuego y las plafas, y dan vida a los lugares más inhóspitos de nuestro país con la llegada de un avión.


Algunas anécdotas de pilotos & socios de Cámaras pertenecientes a FeArCA

FELIZ DIA DEL AEROAPLICADOR